Cuando Mario nació en 2018, su familia ya conocía bien la enfermedad de Hirschsprung porque su primo Martín (2015) aún necesitaba nutrición parenteral para alimentarse. Se trata de un padecimiento crónico y genético que acompañará a estos niños de 3 y 6 años durante toda su vida.

Una enfermedad que hace que las células del intestino no funcionen correctamente y provocan que no se mueva lo suficiente para evacuar el contenido, “en nuestro caso afecta en ambos a todo el intestino grueso y parte del corto”, ha apuntado Jorge Cantero, padre del joven Mario.

La enfermedad afectó más a Martín, el mayor de los dos, porque los médicos tardaron en notificarle el padecimiento. Sin embargo, Mario conoció el quirófano nada más nacer, “ya estábamos precavidos”, ha apuntado Cantero.

Esta enfermedad supuso todo un reto para la familia; esfuerzo y cambios “terribles” en todos los ámbitos, tal y como ha señalado Cantero.

“Teníamos que desplazarnos a Madrid periódicamente para revisiones e ingresos difíciles de hasta varios meses. Mario y Martín estaban lejos de sus hermanos mayores y de su familia, además, tenían que vivir con nutrición artificial y con ostomía”, ha asegurado su padre.

Desde que ambos nacieron, sus familias luchan día tras día por darles la mejor calidad posible a estos dos pequeños de la localidad. Sentimientos de miedo, incertidumbre y entereza han perseguido a los progenitores de estos pequeños desde que la enfermedad llegó a sus vidas.

Cantero ha agradecido la labor de la asociación Nupa porque les hizo el camino más fácil. Comenzaron a dar pasos agigantados “y, aunque nos queda bastante, estamos alcanzando metas que al principio eran impensables”.

Los padres de ambos vecinos del Casar de Cáceres han tratado de normalizar la enfermedad en la medida de lo posible, “hemos tenido que aprender a convivir con ello”.