Entra el desánimo cuando vemos que no solo somos el país desarrollado de mayor número de muertos por habitantes debidos a la Covid-19, con las mayores tasas de destrucción de la economía, la mayor tasa de paro y el mayor desplome de Bolsa durante 2020,  sino que al comienzo de 2021 ocupamos una baja posición en el número de vacunas aplicadas a nuestra población vulnerable en los primeros días desde su recepción. Esto ya no se puede despreciar con pretextos circunstanciales, sino que se trata de un problema sistémico que afecta a las instituciones públicas.

Mueren desgraciadamente dos personas por un accidente de la nieve y la noticia se prolonga durante días, se ponen todos los esfuerzos, incluso en fin de semana para rescatar los cadáveres, lo que es laudable, y solo se detienen los esfuerzos extraordinarios cuando peligra la vida de los rescatadores. Mueren todos los días varios docenas de personas debido a esta pandemia y ya nos hemos acostumbrado como si fuera lo normal y no mereciera la pena realizar el pequeño esfuerzo de vacunar los días de fiesta a cientos de personas de alto riesgo para evitar que muchos se incorporen a esa letal plaga.

No nos llama la atención que Israel sea internacionalmente uno de los países más eficaces en el proceso de la vacunación. Se espera de ellos: Prevención, formación, buena preparación logística y decisión política. Otros países ponen pretextos para explicar los retrasos, incluso el olvido de falta de neveras para guardar las dosis (imperdonable pretexto también utilizado en España). Un importante país de Europa occidental para asegurar la logística se ha puesto a buscar recientemente consultores privados en vez de haberlo hecho hace meses.

Pero lo que sucede internacionalmente, pasa dentro de España. La tasa de vacunación en los primeros días ha sido 60% en Asturias frente al 5% en Cantabria, por utilizar dos regiones vecinas, muy similares con dos situaciones extremas. ¿Qué dice Asturias? Que han vacunado desde el primer momento, incluso en festivos, que lo planificaron con tiempo y que pusieron los recursos. No merece la pena investigar los pretextos que habrá exhibido la Directora de Salud Pública de Cantabria, pero no la han valido para evitar su destitución esta semana.

El tema de los recursos es interesante. Se presumió desde el Gobierno que existirían nada menos 13.000 centros de vacunación (los Centros de Salud). ¿Cuál es la eficacia de estos centros si solo se han vacunado en 9 días 139.339 personas?

El ejército ha puesto a disposición de las Comunidades personal preparado para efectuar las vacunaciones. Solo alguna Comunidad ha declarado que lo acepta. Lo mismo ha hecho la sanidad privada con muchos miles de profesionales, incluidos farmacéuticos, dentistas y veterinarios, o las mutuas o algunas ONG con experiencia sanitaria. Hasta las residencias, con enfermeras bien preparadas, se ofrecieron a hacerlo gratuitamente. No debería haber problemas de retrasos por falta de recursos. Pero hasta la ideología interviene en algo tan sencillo. Se critica a la Comunidad de Madrid que concierte con la Cruz Roja, por un precio de 804.000€, el servicio en las Residencias con 24 empleados, porque ¡es la privatización! Por esa misma sinrazón los sindicatos quieren que se contraten por la pública 15.000 profesionales, ya que no valen los colegas que no estén en el sistema, pues eso sería dar dinero de la salud a la privada, como si las enfermeras contratadas por el sistema fueran gratis. Pensábamos que lo importante era vacunar con rapidez para salvar vidas, no si quién pinchaba la vacuna cobraba su nómina mensual de un sitio o de otro. Lo siguiente será prohibir la vacuna porque es de origen privado y hay empresas que están lucrando con la salud.

Pienso que no estamos en un Estado fallido sino en unos gobiernos fallidos. En una situación tan de emergencia como es esta, el Ministro de Sanidad compagina su cargo, al que debe de considerar de poca importancia en una pandemia, con sus trabajos en el partido, en el momento que la tercera ola surge con cerca de 10.000 contagios (cuando se publique este artículo desgraciadamente serán más) y varias docenas de muertos diarios.

No puedo dejar de comentar negativamente la situación absurda de que algunas comunidades han confesado que no utilizan todas las vacunas, no para guardarlas para la segunda dosis, sino para evitar situaciones de emergencia, retrasos o faltas de suministro. En vez de una reserva central, 17 reservitas. Por el contrario llama positivamente la atención que las críticas a la construcción del hospital de pandemias Isabel Zendal, que está ya cumpliendo satisfactoriamente su misión, de repente se han acallado.

Esperemos a ver qué sucederá a finales de enero -se ha dicho oficialmente estamos “cogiendo ritmo”-, para calcular después de más de un mes de aplicación de la vacuna cuánto tiempo nos llevará conseguir la inmunidad de rebaño (es decir la vacunación completa, uno o dos viales según las vacunas, de 33 millones de españoles). Se admiten apuestas.

Fuente original: PROA