Han vuelto a las aulas los escolares de la nueva normalidad, tras seis meses en su hogar. Ya nada es igual: los separan por grupos, juegan en estadios burbuja, llevan en sus mochilas un kit anticovid; les toman la temperatura; les invitan a lavarse las manos con gel; siguen las flechas a derecha e izquierda. Son disciplinados los niños normales en la `nueva normalidad´. Hubiere otros, empero, (127 ciegos y con discapacidad visual grave en Extremadura) que también han vuelto al cole. Son niños iguales a los demás. Solo les falta un sentido de los cinco tradicionales: la vista; pero tienen olfato, gusto, tacto y oído, más desarrollados por su falta de luz.

Van a centros ordinarios para garantizar su plena inclusión en el entorno educativo; pero necesitan una ayuda que les guíe. Maestros itinerantes forman equipos de atención educativa a la discapacidad visual para hacer posible la inclusión. Algunos son también ciegos. Maestros de la ONCE han recibido un curso destinado a reforzar las competencias digitales para el apoyo a la escuela a distancia: el uso de navegadores por internet, el manejo de las plataformas por audio o videoconferencia…

La ONCE no ha descansado durante la pandemia. Nunca lo hiciere desde su fundación. Ha formado equipos multidisciplinares para los pequeños de la familia. No están solos los niños sin luz, con tantas como los otros, pero a falta de guías. Psicólogos, pedagogos, monitores de ocio y tiempo libre, coordinadores de animación sociocultural y promoción deportiva, trabajadores sociales, técnicos de rehabilitación, instructores en tiflotecnología y braille y especialistas en áreas con más dificultad, como Matemáticas, Música, Educación Física, Ciencias, Tecnología…, además de los especialistas de la Administración educativa. La inclusión necesaria, no por razón de género, sino por la discapacidad.

De los 127 invidentes extremeños, 26 son de Educación Infantil; 32 comienzan Educación Primaria; 11 siguen ya en la Secundaria Obligatoria; 6 han llegado al Bachillerato, 12 se preparan en algunos de los ciclos de Formación Profesional, 5 se enfrentan a la Universidad y 35 están inscritos en otro tipo de enseñanzas. Algunos llegarán mañana a ser profesores y solo necesitarán el bastón como guía.

La ONCE, en verdad, realiza una labor social reconocida por todos. Cuando el Gobierno predica el principio de “no dejar atrás a nadie”, la ONCE viene cumpliéndolo desde hace más de 80 años: ni a sus empleados ni a los más débiles que necesitan múltiples guías para aprender a andar por la vida sin el bastón o el perro. Todo por ellos: por sus niños invidentes o con discapacidad visual, los más necesitados de todos. Para ellos, la luz que no hubieren; para andar no solo en el parque, que ya supieren, sino en la vida, con ayuda de otros. La luz de los sin luz que puede dar luz a obras maestras, como nos enseña la historia, en tantos artistas y músicos como fueren.