Hace poco me encontré un viejo amigo, como me  gusta decir, que a la vez, es un amigo viejo; se interesó por mí,  y como suelo responder siempre, o casi siempre, le dije que estaba muy bien. Se nota a la legua que estoy hecho unos zorros y que hay días que renqueo por el camino, que no ando, porque es peor quedarse parado. Cuando contestas así, el que es amigo se alegra, aunque sabe que la procesión va por dentro, y el enemigo se jode pensando que será o no será verdad que estás bien.

Esto viene al caso porque un viejo zorro plateado de la política me dijo en una ocasión: «hablan mal de ti, te odian y te intentan difamar, de forma que es una ecuación proporcional al número de favores que haces». Y debe ser verdad, y yo, que por defecto de fábrica suelo hacer todos los que puedo, debo ser como “La Dolores de Calatayud”.

Este país «de charanga y pandereta, de rabo y sacristía, devoto de Frascuelo y de María, de espíritu burlón de alma inquieta”, es además devoto de Bárcenas y González. En este país el que no “roba”  y no “fornica” es porque no puede o no tiene la oportunidad. Somos latinos y va en los genes. Y por cierto, no en el sentido etimológico del término,

Esos sí que robaron, falsificaron y masacraron a este país y son aplaudidos por muchos como héroes y villanos.  Y los meten en el mismo saco que a Juan Carlos I,  y que ya de paso, como “A los santos se le adora por la peana”, tiran por alzada contra la monarquía democrática y constitucional.

Yo no he firmado ningún manifiesto y hasta puedo estar de acuerdo con gente como J.C. Rodríguez Ibarra, que siempre fue republicano y amigo del rey, pero no firmo manifiestos ni a favor ni en contra. He tenido la suerte -sí, suerte- de poder estar con los Reyes en alguna ocasión. Hay veces que el destino juega con uno, hace que estés donde seguramente nunca pensaste  estar. Sus análisis de las situaciones que nos afectaban a todos eran certeras, tenía mucho más conocimiento de lo que pasaba y de lo que muchos nos  imaginaríamos, y en momentos determinados se la jugó por España y por su pueblo, y no hablo del 23 F, que eso casi quedaría en una anécdota.

Por eso tengo y he tenido dos convicciones siempre en mi vida política, soy republicano pero me gustaba el Rey. Y sobre todo soy de la Constitución Española, con sus pros y sus contras, pero en ella se declaran principios  tan importantes como “LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA”. El problema es que los medios de comunicación, que hablan del presunto violador, del presunto maltratador, del presunto asesino terrorista, no aplican el mismo principio a Juan Carlos de Borbón.

Este señor ha podido cometer  el delito de no declarar a Hacienda sus ingresos; pues vale, que se le juzgue y si es el caso, que se dicte la sentencia que proceda. Pero hasta ahora ni siquiera eso ha sido probado en un tribunal, porque cobrar comisiones de países extranjeros o de sus primos los árabes y moros por conseguir negocios para empresas españolas no es delito; puede que no sea lo más ético, pero delito no.

Que le pregunten a Kichi, alcalde de Cádiz, porque están cortando el Puente de Carranza los trabajadores de los Astilleros, porque ven  descender su carga de trabajo y ahora  no está  J.C, para interceder ante los jeques y darnos la construcción de nuevas fragatas.

El filón lo encontraron los cuatro jinetes del apocalipsis de la sociedad española, a la tenor de la facultad de políticas que para tapar sus vergüenzas, que las suyas sí son vergüenzas y no sé si delitos, y a pesar de ello les aplicaremos la presunción de inocencia. Ellos han querido crucificar a los elementos que hicieron posible la transición, con sus luces y sus sombras; les sobran Adolfo Suarez, Felipe González y tantos otros. A mí y a este país les  sobran ellos y les recomendaría que sigan al oeste hasta Venezuela; allí están sufriendo con  sus proyectos. Otras veces pienso que nos han tomado a los españoles por conejos de indias y están haciendo un ensayo sociológico con una muestra de 46 millones de personas para su tesis doctoral.

En definitiva viejo amigo, amigo viejo, seguro que metiste la pata y alguna otra cosa, pero ese problema no afecta al país. La pregunta es cuantos favores hiciste, porque el odio que te profesan sigue siendo exponencial y proporcional a lo que hiciste por España. Y yo lo entiendo y lo he vivido.