Cuando se decretó el estado de alarma, Claudia Campos, una extremeña residente en Dublín (Irlanda), tuvo que elegir entre regresar a España o permanecer en el país en el que vive desde hace tres años y medio. Y optó por quedarse allí para mantener su empleo.

A sus 25 años, y pese a no haber padecido la enfermedad, Claudia Campos ha vivido la experiencia del coronavirus lejos de casa y, según reconoce, con temor. Desde el primer momento fue consciente de que la situación de la pandemia era grave y no ha perdido el contacto con su familia ni un solo día, no sólo por la gran distancia que les separa, sino porque además su madre es personal sanitario.

"Cuando todo empezó tuve bastante miedo porque estar lejos de la familia crea aún más incertidumbre y resulta bastante duro y triste ver todo lo que estaba y está pasando en Extremadura y en España", asegura desde Dublín

El temor era recíproco: ella preocupada por su familia, y sus padres, su hermana, abuelas y resto de familiares preocupados por ella. Sin embargo cuando se decretó el estado de alarma tuvo que elegir entre regresar o quedarse en la ciudad en la que vive desde hace tres años y medio y optó por quedarse allí para conservar su empleo.

"Mi madre, mi padre y todos lo han vivido con miedo por encontrarme tan lejos y con la incertidumbre de no saber lo que iba a ocurrir y cómo iba a evolucionar el virus en Irlanda", asegura en una conversación telefónica desde Dublín.

Con un trabajo y una casa alquilada en la que vive junto a otros españoles, Claudia Campos consideró que era el momento de apostar con valentía y quedarse para conservar su puesto de trabajo y perfeccionar el idioma inglés. 

"Yo contaba a mi familia que la situación aquí no era tan dramática y trataba de tranquilizarles y creo que les convencí y se quedaron tranquilos, aunque siempre existe esa sensación de miedo que al principio era sobre todo de ansiedad, prácticamente a diario, sólo por ver las noticias", reflexiona.

Asegura que la crisis sanitaria se ha vivido de manera diferente en ambos países, algo que ha podido comprobar tanto por el contacto con la familia como por los informativos de los medios de comunicación.

"He seguido muy de cerca las noticias de ambos países y he visto que las medidas que se han aplicado no han sido las mismas; no ha habido el mismo drama en Irlanda que en España y aquí no ha habido medidas tan restrictivas", asegura.

Claudia Campos afirma que "en Irlanda, desde un principio se intentó contener el virus al máximo y cuando apenas había unos casos de contagiados se optó por cerrar todos los colegios, bares y otros establecimientos públicos y se suspendió la fiesta nacional de Irlanda, que es San Patricio".

En su opinión, esas medidas fueron decisivas para que no se colapsase el sistema sanitario de Irlanda, donde nunca llegó a decretarse el confinamiento de la población, podían viajar en coche varias personas y se permitía pasear y hacer deporte, primero en un radio de dos kilómetros y más recientemente en cinco desde el domicilio.

"Siempre traté de concienciarme de que esta situación tenía que tomarla como algo temporal y que no se podía renunciar a un empleo de un día para otro y más sabiendo que toda mi familia se encontraba bien en España", razona. 

Reconoce que ahora se encuentra "más tranquila" aunque persiste ese temor. Y si ocurriera algo lo tiene muy claro: "No dudaría en hacer 20 transbordos o los que hiciera falta para irme a España".