RAQUEL DE LA ROSA – MORALEJA

Las floristerías, los proveedores y viveros atraviesan una situación complicada desde la entrada en vigor del Estado de Alarma. La invasión del Covid-19 ha hecho que de nada sirva el cuidado con mimo de rosas, tulipanes, claveles o gladiolos exportados desde Holanda y Colombia.

“Desde que se decretó el Estado de Alarma hemos perdido dinero porque hemos sufrido la anulación de diferentes eventos como bodas y comuniones. La cancelación de pedidos está siendo masiva”, ha asegurado el dueño de un establecimiento dedicado a esta labor.

“Tengo 55 años y jamás había vivido una situación simular a ésta. Ahora el golpe econonómico está siendo enorme y la situación genera demasiada incertidumbre”, ha subrayado.

Sin los ingresos del Día del Padre, los adornos florales de los pasos durante la Semana Santa y la incertidumbre sobre próximos eventos, el sector se marchita a pasos de gigante.

En el horizonte está el Día de la Madre, pero “no sabemos si podremos trabajar. Los establecimientos están cerrados y no conocemos hasta cuándo continuaremos con la llave echada”, ha dicho.

Para los floristas el primer trimestre del año es la época de más auge y, por consiguiente, de un alto número de ventas. Meses de bodas, días especiales, comuniones y la Semana Santa, entre otras citas.

Lo único que está permitiendo ingresos a estas floristerías son los entierros, a pesar de que se ha reducido la presencia de personas. Además, deben mantenerse a metro y medio de distancia ataviados de mascarillas y guantes. “Las despedidas ahora son más tristes, solamente pueden acudir tres personas, nada es igual”, ha dicho.

La incertidumbre es también cuándo volverán a abrirse las fronteras ya que las grandes cargas florales proceden de países como Holanda y Colombia. Este cierre de exportaciones supone que los productos que lleguen lo hagan a precios desorbitados. “No hay producción, el precio no para de crecer”, ha concluido.