El Diario Oficial de Extremadura (DOE) ha publicado el decreto por el que se declara Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de monumento, al hospital de San Miguel, en el término municipal de Zafra, tras la aprobación del citado decreto por el Consejo de Gobierno en su reunión del pasado 26 de noviembre.

La declaración viene motivada por tratarse de una pieza clave para entender las técnicas constructivas del arte mudéjar en Extremadura, pese a su ruinoso estado de conservación. Originalmente, este hospital constaba de dos edificios diferenciados: la capilla y la enfermería, cercados por una tapia.

Actualmente, nada más traspasar el portalón de entrada se sitúa la capilla, la parte más antigua del conjunto, realizada por alarifes mudéjares expertos en la construcción de ladrillo y mampostería. Después de terminada la iglesia, se procedió a la construcción de unos soportales que rodearon el costado meridional y los pies de la nave.

Parecen obra del primer tercio del siglo XVI. En ellos todos sus elementos arquitectónicos (arcos, columnas toscanas y pilares angulares) se realizaron también en ladrillo y mediante el empleo de alfices rehundidos.

Más allá de los soportales de la iglesia, frente al costado septentrional de la nave, está la enfermería, que se dispone de forma transversal respecto al solar del hospital. Es una construcción inconclusa, que se remató pobremente y que posee en su mayor parte dos plantas en las que, actualmente, resulta difícil reconocer las funciones de sus espacios. La parte más antigua es la fachada, realizada íntegramente en ladrillo, aunque revocado y enjalbegado, obra realizada seguramente también en el primer tercio del siglo XVI.

Finalmente, existe una arcada sobre columnas que sin duda se concibió como una galería abierta a la huerta trasera.

DIFERENTES USOS A LO LARGO DE SU HISTORIA

El único documento conocido sobre los orígenes del hospital es el testamento de la segunda condesa de Feria, doña Constanza Osorio, datado en 1480, en el que expresa su voluntad de reedificar el establecimiento hospitalario, que al parecer el conde había decidido cambiar a un emplazamiento más cercano a la iglesia, las plazas y el devenir urbano.

A partir del siglo XVIII, el Hospital de San Miguel añadió a su función asistencial primigenia la de curar enfermos de sífilis, el llamado “mal gálico” de la época. Durante un tiempo, el establecimiento cumplió con satisfacción la misión descrita, dadas las suficientes rentas con que había sido dotado, pero las diversas desamortizaciones acabaron con ellas.

A principios del siglo XX, el edificio funcionaba como asilo de ancianos. A mediados de ese siglo, acogió un colegio de huérfanas y después una Escuela de Artes y Oficios y el ropero de Cáritas. En su iglesia también tuvo su sede alguna cofradía de Semana Santa. Su abandono definitivo posterior propició la ruina en la que se encuentra actualmente.