Apag Extremadura Asaja y el colectivo Ganaderos del Reino, asociación adherida a esta organización agraria, denuncian el alarmante aumento de la prevalencia de la tuberculosis en las explotaciones de vacuno extensivo en Extremadura.

Así se recoge en los datos oficiales publicados por el propio Ministerio de Agricultura hace unos días correspondientes a las campañas de saneamiento ganadero del año 2012.

Entre las que mayor incidencia de tuberculosis ofrece de todas las comunidades autónoma se encuentra Extremadura, que ha subido porcentualmente en animales positivos del 3,11% al 3,29%, lo que se contradice con los datos de media nacional, cuyo nivel ha descendido del 3,28 al 3,23 y del 1,33 al 1,31 a nivel de rebaño.

Al hecho de ser la zona del Suroeste de España el área de mayor incidencia de tuberculosis, se le suma una amplia presencia de abundante fauna salvaje, pero sobre todo el problema radica en una gran incidencia de la caza mayor, denuncia Manuel Laparra, presidente de Apag Extremadura Asaja.

Por eso, desde esta organización agraria y esta asociación se reclama a la Administración un mayor control a la hora de la regulación de la caza mayor. Entre estas medidas se incluiría mayores facilidades para otorgar permisos de caza y el descaste de cualquier tipo de coto ya que la expansión de estos animales ha llegado ya a comarcas de dehesa, de campiña y de regadío, además de eliminar las continuas trabas administrativas a las solicitudes presentadas.

Como consecuencia de ellos, se podría controlar este inexorable avance de la tuberculosis, especialmente en las comarcas con abundante caza mayor, como Monfragüe, Sierra de San Pedro, Villuercas, Siberia, etc. "Si no se disminuye drásticamente el censo de animales propagadores y portadores de la enfermedad, nunca se podrá reducir la prevalencia de la misma", ha asegurado Enrique de Muslera, presidente de Ganaderos del Reino.

El aumento de casos positivos de la tuberculosis en muchas comarcas extremeñas ha ocasionado desde el pasado año la obligatoriedad de un segundo saneamiento, con el consiguiente perjuicio económico para los ganaderos y también la administración, al tener que hacer frente a indemnizaciones por sacrificio, vacíos sanitarios, servicios veterinarios, etc. En este sentido, las empresas ganaderas se ven obligadas a sacrificar en numerosas ocasiones animales positivos, a pesar de su alta calidad zootécnica y productiva.