El presidente del Gobierno de Extremadura, José Antonio Monago, ha destacado que el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida vuelve a ser un referente teatral a nivel nacional e internacional y con unos premios nacionales de teatro, y ha subrayado que "era hora de cuidar lo que tenemos, de mimar y potenciar lo que somos y de demostrar que Extremadura puede hacer lo que se proponga".

Monago hizo estas declaraciones en la presentación del balance de la 58 edición del Festival, acompañado de la consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales, y del director del certamen teatral, Jesús Cimarro, quien al final de la presentación entregó simbólicamente al presidente y a la consejera un talón por valor de 150.000 euros, cantidad considerada como superávit en esta edición y que irá directamente a las arcas del Consorcio del Festival.

"El día que presentamos esta edición, dije que ésta sería una edición histórica en la vida del Festival y hoy todo el mundo sabe que así ha sido", añadió el presidente, y explicó que cuando hace un año los ciudadanos dieron la confianza a este equipo de Gobierno, "nos encontramos con un Festival totalmente dilapidado, que tenía unas pérdidas de 3 millones y medio de euros, que no justificaba sus cuentas y que había dejado escapar a mucho público que ya echaba de menos la grandeza de esta cita".

Ante esta situación, "este Gobierno decidió no rendirse y decidimos no abandonar el Festival, decidimos apostar por él y creer en él, porque creemos en la cultura como uno de los motores económicos principales para nuestra región", añadió el presidente, quien recordó que "estábamos dispuestos a reconstruir el Festival desde las cenizas, y para ello, lo primero que hicimos fue elaborar un plan de viabilidad que aseguraba que se iba a pagar todo lo que se debía, pero también que todo lo que se contrataría a partir de ese momento se iba a pagar".

UN NUEVO MODELO DE GESTIÓN

Según palabras del presidente, se ha creado un nuevo modelo de gestión del Festival "realista, transparente, con un techo de gasto y ajustado a la ley, y estas condiciones no implicaban ninguna merma en la programación y el éxito del Festival", ya que "hemos demostrado que se puede alcanzar la excelencia con una menor inversión".

En este sentido, el actual Gobierno de Extremadura ha gestionado el Festival con un presupuesto de 2,2 millones de euros frente a los 3,4 millones de euros en la anterior etapa. Para conseguir este objetivo, Monago recordó la decisión de "confiar en un equipo de profesionales y en dos personas fundamentalmente, en Jesús Cimarro, que es ya un extremeño más, además de uno de los mejores profesionales del mundo teatral en España, y en el emeritense Pedro Blanco, funcionario de la Agencia Tributaria y nuevo gerente del Festival, quien además no ha cobrado por su responsabilidad al ser trabajador de Hacienda, y que, por tanto, ha ahorrado a las arcas del Festival 60.000 euros, que era el salario anual del anterior gestor, Pedro Salguero".

Contar con un técnico experto y conocedor en materia de control financiero y de gasto "ha sido esencial para desarrollar el imprescindible plan de viabilidad, pues sino el Festival hubiese desaparecido", resaltó el jefe del Ejecutivo, quien también tuvo palabras de agradecimiento para la vicepresidenta del Gobierno, Cristina Teniente, y para la consejera de Educación y Cultura, Trinidad Nogales. "Quiero reconocerles a las dos públicamente el mérito de hacer posible lo que para otros ha sido un imposible durante tantos años: devolver el prestigio al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en menos de un año y conseguir una proyección del Festival a nivel nacional que en otros festivales ha supuesto más de cinco años de trabajo".

Por su parte, Trinidad Nogales resaltó que la nueva edición del Festival "ha sido ilusionante, con la recuperación del espíritu grecolatino y el favor del público pese a la crisis", con la "recuperación del vigor y el prestigio que se había perdido" gracias al equipo encabezado por Jesús Cimarro.

En la misma línea, Jesús Cimarro expresó que la 58 edición del Festival de Mérida "era un reto asumido con ilusión por la incertidumbre y la difícil situación de partida", pero compensado por el incremento de público en un 26,5% con respecto a la edición anterior, es decir, 11.325 espectadores más, cuando en otros festivales se está produciendo un descenso de público debido a la crisis económica.

Destacó también la gran repercusión mediática tanto del Festival en sí como de los Premios Ceres, "llamados a convertirse en uno de los grandes galardones del teatro español y que convirtieron a Mérida en la capital de las artes escénicas, según explicó Cimarro.