Investigadores del Departamento de Fitopatología del Centro de Investigación La Orden-Valdesequera estudian las posibilidades que presenta la biofumigación como alternativa biológica a los productos químicos utilizados tradicionalmente para el control de los hongos de las plantas.

Las pérdidas causadas en los cultivos por los patógenos del suelo, unidas a la prohibición del uso de soluciones químicas para su tratamiento han dado lugar a la necesidad de buscar alternativas eficaces para minimizar este problema.

La biofumigación, entendida como la acción de determinados compuestos volátiles con propiedades funguicidas presentes en la materia orgánica, es una de esas alternativas.

Se trata de una técnica de bajo coste y fácil aplicación que no tiene efectos negativos sobre la salud de los consumidores ni sobre el medio ambiente. Además, se puede utilizar en producción integrada y agricultura ecológica, obteniendo una producción agrícola con precios competitivos.

Sin embargo, debido a la alta variabilidad de algunas materias orgánicas, es necesario desarrollar una metodología adecuada que permita conseguir productos seguros y eficaces, es decir, hay que llevar a cabo controles de calidad exhaustivos, así como caracterizar bien las diferentes materias utilizadas.

Según este trabajo, a priori, cualquier tipo de materia orgánica, como el estiércol de oveja o las gallinazas, puede ser un buen biofumigante. Lo que ocurre es que su eficacia va a depender de la dosis empleada, del método de aplicación, etc., sin olvidar que su utilidad es aún mayor cuando se incluye en un sistema integrado de producción de cultivos.

Biofumigación con brassicas

En concreto, este estudio se centra en la biofumigación con brassicas. Se trata de un tipo de plantas cuyos tejidos poseen unos compuestos, que sueltan sustancias volátiles con propiedades funguicidas contra el hongo que causa la denominada "Tristeza" del pimiento. El objetivo, por tanto, de este proyecto es comprobar si esa biofumigación consigue disminuir la capacidad efectiva del hongo, así como la viabilidad de la técnica.

Sin embargo, tal y como han podido constatar los investigadores del centro, la eficacia del proceso depende de determinados factores y variables. La biofumigación en sí va a depender de las especies cultivares de brassicas que se utilicen, del tipo de tejido y edad de la planta, del tiempo y eficiencia de eliminación de los compuestos volátiles, de la producción de biomasa de la planta, de las condiciones ambientales, como la humedad y la temperatura, que se ha revelado como un factor muy importante según los primeros resultados; del momento y modo de incorporación, etc.

Pero también hay que tener en cuenta el hongo que se pretenda controlar y la fase de desarrollo en la que se encuentre porque las especies tienen distinta susceptibilidad. De la misma manera, en la actuación de los compuestos también influye el suelo, su estructura, textura, actividad microbiana, etc.

Este estudio sobre biofumigación forma parte del proyecto "La biofumigación y la biosolarización para el control de la Tristeza del pimiento causada por Phytophthora capsidi y/o P. Parasitica en Murcia, Extremadura y el País Vasco", financiado por INIA, y consta además de una fase de laboratorio, donde los investigadores trabajan en condiciones controladas.

Ensayan diferentes especies de biofumigantes con dos hongos para determinar las especies de brassicas más efectivas a la hora de inhibir a los hongos y comprobar cómo influye la temperatura en la inactivación.

El reto futuro del equipo es identificar las especies que tengan más compuestos volátiles, las prácticas agronómicas y las tecnologías de incorporación al suelo mejoradas pero, sobre todo, mejorar el entendimiento entre la biofumigación y el ambiente del suelo.