Si este verano va a pasar sus vacaciones en el extranjero, tenga cuidado con los recuerdos exóticos que compra, ya que no sólo puede estar causando un grave perjuicio a la naturaleza sino que también puede ser sancionado al entrar por las aduanas europeas, según informa UCE-Extremadura.

En 1973 se firmó un Convenio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, conocido como CITES, este convenio firmado por más de 160 países tiene  por finalidad velar para que el comercio internacional de animales y plantas silvestres no amenace su supervivencia. España ratificó este acuerdo en el año 1986. Sin embargo, el comercio ilegal de animales exóticos aumenta año tras año, provocando una irreparable pérdida de la biodiversidad mundial. Este tráfico, que mueve miles de millones de euros cada año, es muy difícil de detectar por las autoridades. España es uno de los países en los que se producen estas prácticas delictivas.

La moda de poseer un ejemplar único y diferente, o de vestir con pieles exóticas, ha creado una demanda mundial de estos seres vivos o de partes determinadas de su cuerpo (colmillos, cabezas de trofeo, piel…). Desde la firma del CITES, el tráfico se convirtió en un delito. En la Unión Europea, desde 1997, supone penas de cárcel de hasta seis años. Sin embargo, a pesar de los controles internacionales, los canales de distribución y las personas involucradas en este negocio son muy difíciles de detectar.

Centenares de especies animales se encuentran en la actualidad en serio peligro de extinción. Mamíferos, aves y primates son los principales perjudicados. Las razones básicamente son tres: la caza, la captura y la introducción de especies no autóctonas. Ninguna de estas acciones es natural, todas son ejecutadas por la violenta mano del hombre. En muchas ocasiones el destino final de estas actividades es el tráfico ilegal de animales.

Tras las drogas y las armas, el comercio ilícito de animales es la tercera actividad de delincuencia en el mundo en movimientos de dinero. El de fauna mueve alrededor de 10.000 millones de euros anuales y la flora esta superando los 7.000 millones, a estas cifras habría que sumarle el tráfico clandestino. Más de 156 mil millones de euros anuales de beneficio; unas 700 especies a punto de extinguirse; 230.000 primates, 1,13 millones de aves vivas, casi 4 millones de reptiles vivos, 350 millones de peces tropicales, 1,1 millones de plantas…, comerciados en un solo año. Sólo en Brasil se estima en 12 millones el número de animales víctimas del contrabando de especies. Estas cifras son solamente el botón de muestra de la estadística demoledora que resulta del comercio internacional de especies protegidas, una de las causas más importantes de pérdida de biodiversidad en el mundo.

 

Estados Unidos, Japón, Europa y los países del Este, son los principales consumidores de naturaleza silvestre del mundo, destino principal de un comercio que tiene en los países en vías de desarrollo (Sudamérica, África y Este de Asia), sus principales proveedores.

Como ejemplo podemos citar que una cacatúa negra cuesta en el país de origen por su captura "7 euros" y llega al consumidor a un precio de 9.231 euros. Un chimpancé cuesta por su captura en origen 77 euros, llegando al consumidor a un precio de más de 8.000 euros. La diferencia es abismal y el negocio "redondo".

 

Cuando hablamos sobre el Tráfico Ilegal de Especies Amenazadas, debemos incluir y prestar atención, a las relacionadas con la flora silvestre, menos conocida, pero que adquiere gran importancia debido a la constante destrucción de los hábitats, cuyos primeros perdedores son la flora.

 

No olvidemos, que de nosotros depende que este tráfico ilegal termine. La solución, es bien sencilla. Si no hay cliente no existe vendedor. Sin el vendedor, desaparece el mayorista y con él, el tráfico se hunde y se disipa. Una fórmula sencilla, pero que requiere una suficiente concienciación por parte de los ciudadanos, a la hora de poseer mascotas y animales exóticos.

Disfrutar de un loro parlanchín o un guacamayo, significa que otros muchos han muerto en el camino, para que lo podamos lucir en nuestro domicilio. No merece la pena tanto sacrificio por sólo un capricho.

En los últimos años, se han dado pasos decisivos para luchar contra el tráfico de animales y plantas: la reforma del Código Penal y la puesta en escena del SEPRONA, suponen un serio avance de la Administración española en el control de este comercio ilegal.

Este comercio ilegal plantea numerosos peligros para la salud humana, al margen del propio daño que se le produce al individuo con que se trafica o a la población de la especie a la que pertenece. Al no pasar ningún control veterinario pueden ser portadores de numerosas enfermedades de difícil control y erradicación.

Para poder comercializar o poseer un ejemplar de una especie amenazada es preciso estar en posesión de un certificado CITES que acredite que ese individuo proviene de cría en cautividad. Sin embargo, según WWF/Adena y fuentes de la Administración española, falsificar ese papel es relativamente sencillo