Un novillo de Victorino Martín, marcado con el número 31, demora el tercer encierro de San Buenaventura hasta los 18 minutos, al negarse a entrar en chiqueros. Los mansos tuvieron que salir hasta en cuatro ocasiones para conducir al astado al interior de toriles.

Durante su estancia en la plaza, el novillo arremetió constantemente contra los barrotes y la zona de tablas y llegó a cornear a uno de los mansos. Se convirtió en el protagonista del festejo matinal y en el dueño y señor de la plaza. Un animal que demostró picardía ya que miraba fijamente la entrada a chiqueros pero no se decidía por enfilar ese camino.

Antes de su llegada a la plaza, el encierro se había desarrollado con normalidad y rapidez y la manada la encabezó en todo momento uno de los cabestros. Al desembocar en el albero, el toro marcado con el número 31 se quedó rezagado sobre la arena con otro compañero de manada, el número 11. Este otro novillo demostró un carácter más noble y manso y siguió en todo momento los pasos del número 31 sin despegarse de él. Demostró también su nobleza en seguir a los mansos en cuanto salieron la primera vez a la plaza.

El público disfrutó mucho de la mañana taurina, y pudieron ver muchos minutos al novillo de Victorino, para quebradero de la organización. Finalmente a los 18 minutos y dos segundos entró en la casa toril y se dio por finalizado el encierro.

Los seis novillos negros y meanos dejaron muy buen sabor de boca a los curiosos que se acercaron a verlos antes del encierro a los corrales de la calle Goya ya que en los últimos dos meses han ganado peso, como explicó el mayoral Andrés Fernández, y el propio ganadero Victorino Martín García, y demostraban una muy buena presencia.

El festejo, a pesar de su extensión en el tiempo y de la afluencia de gente, finalizó sin incidentes y no se registró ningún herido.