Como cada año por estos meses las dehesas y los humedales extremeños acogen la llegada de miles de grullas que invernarán en la región hasta el próximo mes de febrero, constituyendo la mayor concentración de esta especie en la Península Ibérica durante el invierno.

  

Según datos aportados por la Junta de Extremadura y asociaciones ecologistas que se encargan del censo de estas aves, se estima que hay unas 80.000 grullas comunes procedentes del norte de Europa sobrevolando los cielos extremeños durante los meses más fríos del año.

Estas aves, procedentes de países como Suecia, Bélgica, Finlandia, Noruega y Rusia, entre otros destinos, se reparten entre unas 40 poblaciones a lo largo y ancho de la región, asentándose los grupos de mayor tamaño en cuatro áreas de invernada.

Donde se pueden apreciar en bandos de a miles, es principalmente en poblaciones próximas a los embalses de Borbolón y Valdecaña, en Cáceres, y en localidades pacenses como Navalvillar de Pela y Obando, en el parque de Moheda Alta, así como en áreas cercanas al embalse pacense de los Canchales.

En grandes bandadas y en formación de uve estas aves de gran envergadura, también conocidas como 'Crus-Crus', en alusión al singular graznido que emiten, sobrevuelan el terreno buscando sus alimentos favoritos, entre los que se encuentran las semillas, bulbos, tubérculos, también cereales y bellotas, así como pequeños roedores y cangrejos. Como dormidero utilizan los pantanos y zonas húmedas, donde pernoctan en grupo.

Debido a la alta concentración de esta especie elegante, gregaria y esquiva en la comunidad extremeña, estas fechas constituyen un gran reclamo para aquellos que se interesan por el turismo ornitológico.

En definitiva, la región extremeña constituye un hábitat ideal para la invernada de las grullas comunes debido a su clima, a sus recursos alimenticios y a la diversidad de su orografía, con sus zonas de pastos, dehesas y numerosos embalses.