Unos trescientos descendientes de la desaparecida villa de Granadilla han participado durante la festividad de Todos los Santos en el tradicional oficio religioso que se celebra en la parroquia de la Asunción, a la vez que han honrado a sus difuntos que descansan en el cementerio nuevo.

Además, otros varios cientos de personas han acudido, como viene ocurriendo en los últimos años, a celebrar su tradicional "romería" particular en las afueras de la muralla, que "perturba la tranquilidad de los primeros años e hiere la sensibilidad de los antiguos habitantes de la villa", según han manifestado en varias ocasiones. Puestos de feria, barras de bares, chiringuitos se aposentan a las afueras de la población y varias patrullas de la Guardia Civil vigilaron los estacionamientos de decenas de vehículos e impidieron el acceso a la villa, excepto a los mayores impedidos.

El reverendo Gregorio Martín Miguel, párroco de Galisteo y encargado de Alagón del Río, ofició la santa misa en honor de Todos los Santos y los difuntos en la parroquia de la Asunción.

En su homilía, el oficiante hizo referencia a la festividad del día, aludiendo al sentido de la santidad que la Iglesia reconoce en aquellos que dan  sentido a su vida y, guiados por las bienaventuranzas, crean las condiciones apropiadas para la convivencia. Asimismo, recordó a los difuntos, "que siempre estarán en nuestro corazón", y a los nacidos en la villa fallecidos durante el último año.

Finalizado el oficio religioso, los descendientes de Granadilla y sus familiares compartieron unos momentos de convivencia en la plaza para recordar sus vivencias en el pueblo que les vio nacer y recorrer sus calles y plazas, en uno de los dos días al año, junto a la festividad de la Asunción, que se reencuentran con su antiguo pueblo y en el que muchos de ellos vivieron más de media vida, hasta su exilio en 1965.