Los matadores de toros Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Julián López "El Juli" han salido a hombros de la plaza en la última corrida de la Feria de San Juan de Badajoz, en la que se otorgaron nueve orejas.

Se lidiaron ocho toros de Daniel Ruiz bien presentados y de juego aceptable en general, excepto el cuarto, que resultó berreón, el quinto, flojo, y el octavo, complicado. El resto fueron aplaudidos por unas diez mil personas que ocuparon las tres cuartas partes del aforo de la plaza.

Enrique Ponce. Pinchazo y estocada. Una oreja. Estocada fulminante. Dos orejas tras aviso.

Antonio Ferrera. Pinchazo y estocada. Una oreja. Estocada. Dos orejas.

Julián López "El Juli". Pinchazo y descabello. Una oreja. Pinchazo y estocada. Una oreja.

Cayetano Rivera Ordóñez. Cuatro pinchazos. Pitos tras un aviso. Estocada. Una oreja.

Muy en Ponce estuvo el maestro de Chiva con un toro serio y de buen son, al que llevó con mando y torería ante el entusiasmo generalizado del público que enmarcó con los aplausos tan bella obra.

Al complicado y flojo quinto toro de la tarde, que brindó a Israel Lancho, Ponce lo prendió en la bruja magia de su muleta haciendo bueno a un toro que doblaba las manos, sin fijeza y áspero, que el público aclamó con fuerza reconociendo la sabia torería del maestro rematando de una soberbia estocada.

Antonio Ferrera banderilleó con soltura y sobrado de facultades adornándese y haciendo hervir la plaza. Con la muleta se lució, todo muy de seguido, hasta la mitad de la faena que templó los muletazos.

Repitió su buen hacer en banderillas con el sexto toro, siendo aclamado en un cuarto par, desobedeciendo al presidente, que previamente había cambiado el tercio. Con la muleta fue aplaudido también ante un toro bravo y noble, arrancando los aplausos unánimes de un público entregado.

Julián López "El Juli" paró a su primer toro, que salió con muchos pies, pero que se vino abajo tras un defectuoso puyazo. De esta forma, hubo de cuidarlo, dándole tiempo para sacarle cuanto de bueno llevaba el bravo y mermado animal.

Con el séptimo de la tarde, serio y bien hecho, el torero cuajó una muy vistosa y laboriosa faena construida fundamentalmente con la mano derecha, que sacudió con ganas tras más de dos horas y media de corrida.

Cayetano Rivera Ordóñez, ante un toro berreón, áspero y sin ganas de pelea, estuvo persistente, en especial con el pitón izquierdo, en la consecución de una faena sobria y fría que no llegó a los tendidos.

Con el toro que cerró plaza, que se empleó en el caballo, y escarbó, Cayetano lo muleteó por alto como prólogo a una faena un tanto movida y desconfiada que dividió las opiniones entre el público de sol y de sombra. En honor a la verdad, le tocó en suerte el peor lote.