El municipio cacereño de Torre de Don Miguel celebra este sábado su tradicional fiesta de "El Capazo" en honor a la Virgen de Bienvenida, una fiesta que data de principios del siglo XIX y que rememora "uno de los ritos más arcaicos que se conservan en toda Extremadura", según indica el programa de la festividad.

La presentación del programa de "El Capazo" ha tenido lugar este miércoles en la sede de la Institución Cultural El Brocense y ha contado con la presencia de la diputada provincial, Fabia Moreno; el alcalde de Torre de Don Miguel, Ernesto Iglesias; uno de los protagonistas de la fiesta, "El Camuñas", Jesús Vázquez; y dos vecinas de la localidad.

Durante la rueda de prensa, Fabia Moreno ha señalado que la celebración de "El Capazo" contempla la evolución de la adoración a las figuras como el fuego y la tierra hasta adoptar el simbolismo cristiano, y destacó que la localidad sabe "transmitir a las nuevas generaciones el respeto por el pasado".

Así, ha indicado que como administración pública, desde la Diputación provincial de Cáceres entienden que "el folclore y las tradiciones deben perpetuarse en el tiempo", por lo que ha mostrado "todo el apoyo" de la Institución provincial. Pero ha señalado que son los torreños los que tienen que "vivificar la celebración a través de la participación popular".

La fiesta

Por su parte, Jesús Vázquez ha desgranado la programación de la fiesta, que se inicia el domingo de resurrección, con el traslado de la virgen en romería desde su ermita al pueblo y durante la semana posterior hay un novenario y los mozos del pueblo suben a la sierra y cortan un roble que colocan posteriormente en frente de la iglesia.

Ya el sábado, a las 23,00 horas comienza el rito de "El Capazo". El "Camuñas", un personaje maléfico está dormido y los niños del pueblo vestidos como "capaceros" lo despiertan, mientras que las mujeres acompañan, al son del tamboril, al "Camuñas" por todas las calles del pueblo, para recoger a 12 capaceros en las diferentes calles del pueblo.

Durante el recorrido, los capaceros ofrecen vino, jamón, chorizo y dulces a los visitantes y una vez que se llega a la plaza del pueblo, las mujeres bailan alrededor del roble. El baile es un "rito lunar" donde las mujeres "bailan como si fueran la luna para que el sol aparezca", una vez culminado el baile, los mozos prenden las capacetas y las lanzan al árbol.

Cuando estas capacetas se enganchan al árbol se forma una tea luminosa del árbol ardiendo y una vez que el árbol está prendido se invita a los presentes a lanzar sus capacetas para encender posteriormente, con las últimas llamas, 12 cirios que se llevan a la iglesia para que sea la virgen la que "ilumine y haga florecer los campos".

Finalmente, el rito concluye con la ofrenda por parte de las mujeres de vino y pan tostado con azúcar y naranja, un producto conocido como "El sopetón".