Forman parte de un colectivo que necesita sentirse útil y su mayor gratificación es comprobar que su trabajo merece la pena. "Somos mayores pero muy marchosos". Con esta frase se define Mari Cansado a sí misma y al grupo de mayores voluntarios que colaboran altruistamente y de forma incansable desde hace muchos años con la Concejalía de Mayores del Ayuntamiento de Badajoz. Se les puede ver con sus camisetas azules organizando el ágape de la clausura de la gimnasia geriátrica en La Granadilla; repartiendo bebidas entre los participantes de los paseos intergeneracionales; decorando la caseta de la feria de San Juan, desde los farolillos a los adornos e incluso la confección de las cortinas; montando el estand de la Feria del Mayor o en cualquier otra cita que organiza la concejalía, de la que ellos se sienten colaboradores y a la vez protagonistas. Este año incluso han confeccionado las banderas que adornaron los balcones en Semana Santa en la carrera oficial.

Entre mujeres y hombres suman más 40 mayores, con edades entre los 61 y los 81 años, todos con la misma energía, y pertenecen a los distintos centros de mayores dependientes del ayuntamiento, donde además son habituales en todas las actividades que allí se organizan o se ofertan. Como agradecimiento a su ayuda, el ayuntamiento les regaló una medalla que muchos llevan colgada al cuello.

La concejala de Mayores, Rosario Gómez de la Peña, se siente especialmente orgullosa de ellos, porque sabe que siempre responden cuando se les necesita, siguiendo las pautas del coordinador, José Merino. Y no solo cuando se les requiere sino que se ofrecen a colaborar constantemente. No funcionan como asociación pero sí como un equipo consolidado, donde cada uno sabe cuál es su especialidad y los demás así lo entienden. "Si ellos no colaborasen, necesitaríamos mucho personal en la concejalía si todas las actividades que se organizan las tuviésemos que asumir, pero se ofrecen con mucha ilusión y les gusta que contemos con ellos", dice la concejala.

En la concejalía no necesitan tener un listado, "porque ya los conocemos y además ellos se ofrecen y llaman, hay días que se acercan porque no tienen nada que hacer". Esta concejala entiende que hay que "implicarlos, ilusionarlos y ellos saben que el trabajo que hacen es en beneficio de otros mayores, totalmente desinteresado, no piden nada a cambio y es, por supuesto, una prevención de la dependencia". La mayoría son habituales "porque cuando empiezan a colaborar les gusta, son sobre todo los que tienen más tiempo".

Un grupo de mujeres son las que confeccionan las cortinas, otro de hombres se encargan de trasladar las sillas de un centro a otro cuando se celebra alguna actividad común, hay incluso uno que hace las funciones de conductor habitual; se ofrecen para pintar los locales, realizan arreglos si un ventilador u otro aparato se estropea. Ahora están jubilados, pero muchos por su profesión anterior son verdaderos "manitas". Una es la encargada de llevar el café y otra los dulces cuando se reúnen, uno el vino y otro es el experto del picadillo y también están las especialistas de la matanza.

La concejala dice que tiene anécdotas "de libro" para contar sobre la disponibilidad de estos voluntarios. En San Roque se preparó un aseo y un día la llamaron para mostrárselo: habían colocado un armarito encima del lavabo prácticamente nuevo que alguno de ellos había rescatado de un contenedor. "Son personas que en su vida han tenido que mirar la peseta y están acostumbradas". También tenían un sillón que utilizan cuando se cortan el pelo, el asiento se encontraba en mal estado y uno de los voluntarios, Nando, lo sustituyó por otro reciclado. "Sobre todo es la ilusión con que se enseñan lo que hacen, es muy gratificante trabajar con ellos".