La empresa Extremeña de Grasas advierte que en caso de que se cierre la fábrica ante los malos olores que se desprendes de sus instalaciones "pondría en riesgo al sector cárnico de Extremadura", además de dejar en paro a una treintena de personas. El director de la planta, Enrique Pabón, reiteró ayer que la empresa ha reducido "sustancialmente" la emisión de malos olores tras la aplicación de cinco medidas correctoras en el último mes. Lo cierto es que en pocas horas finaliza el plazo dado por el ayuntamiento para que la fábrica redujera esos olores si quiere evitar el cierre, pero los informes policiales diarios señalan que estos siguen produciéndose y afectando a los vecinos.

A lo largo de este mes, reiteró, la empresa ha aplicado cinco medidas para controlar la emisión de olores al exterior procedente de la quema de despojos animales, para lo que, por ejemplo, se han cerrado las tolvas donde se vuelca la mercancía. En este sentido, ha indicado que han realizado mediciones en diferentes zonas de la ciudad y han comprobado que en el último mes "no se han producido olores y, si se han producido, han sido muy ligeros".

Así han cumplido con su compromiso, dijo. En cambio, aclaró, aún está a la espera de que el ayuntamiento le presente un documento que acredite que los olores generados por la fábrica son perjudiciales para la salud. Por el contrario, destacó, Extremeñas de Grasas ha aportado informes, fotografías y facturas al consistorio que demuestran que ha tomado esas medidas. Además, asegura que el alcalde carece de competencias para decretar el cierre de la fábrica, y denunció "amenazas" que están sufriendo en los últimos meses.