Nueve cuevas situadas en Cantabria se han unido este año a Altamira y a otras ocho más de Asturias y País Vasco para constituir el mayor Patrimonio de la Humanidad de arte prehistórico reconocido por la UNESCO. Pero, con ser importantes la cifra y la categoría, representan apenas una mínima parte del tesoro subterráneo que atesora Cantabria en sus más de 6.500 cuevas en las que las primeras muestras del arte y la espiritualidad humana, se combinan con los prodigios de la naturaleza, creando un oculto universo único.

Cuando el entusiasta presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, trata de explicar por qué Cantabria es "infinita", como reza su popular slogan turístico, suele poner como ejemplo el paisaje que rodea a San Vicente de la Barquera, uno de lo pueblos más bellos de la Comunidad. Sobre el inmenso azul de cielo –acostumbra decir- destacan las escarpadas cumbres de los Picos de Europa; delante los montes y bosques que son buena representación de esas 215.000 hectáreas de superficie arbolada, el 40 por ciento de la región, en donde abundan el fresno, tilo, laurel, avellano, arce, roble, pino, álamo, abedul, encina, haya, acebo… Aún más cerca se distingue la silueta de la Puebla Vieja, declarada Conjunto Histórico Artístico y donde se mezclan murallas medievales y joyas renacentistas, historias de Carlos V y del inquisidor Corro… Y en primer plano la ría, las marismas, el mar y sus inmaculadas playas. Clima, geología, flora y fauna, historia, cultura y naturaleza en planos superpuestos. En efecto, infinitas imágenes, infinitas propuestas.

Pero el presidente Revilla no suele incluir en esta primera visión (es sólo cuestión de darle unos minutos más), lo que no se ve. Ese extraordinario patrimonio de miles de cavidades que Cantabria atesora en el vientre de su tierra y que ahora la UNESCO acaba de reconocer como Patrimonio de la Humanidad en una mínima parte.

Tras la estela de Altamira

Este trascendental reconocimiento se produce 23 años después de que la Cueva de Altamira fuese incluida en esta prestigiosa lista, como obra maestra del arte universal de todos los tiempos, que constituye un testimonio excepcional de una civilización desaparecida. El descubrimiento de las pinturas de la Cueva de Altamira en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola significó la salida a la luz del arte rupestre paleolítico y de su manifestación más espectacular. El hallazgo fue de tal calibre que tuvieron que pasar más de quince años, con su autor ya fallecido, para que la comunidad científica internacional apreciara su auténtico valor.

Bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos, pintados y grabados, son la expresión de los habitantes de la cueva hace 15.000 años durante el Paleolítico Superior. Su perfección y la calidad de los dibujos y colores ha hecho que sea llamada "Capilla Sixtina del Arte Cuaternario". Desde su descubrimiento la Cueva de Altamira fue considerada como algo especial y frágil, adoptándose medidas para garantizar su conservación. Sin embargo, su propio atractivo ha sido su mayor riesgo. En los años 60 y 70 se produjeron visitas masivas de hasta 175.000 personas al año que pusieron en peligro su pervivencia y que obligaron, primero, a limitar las visitas a 20 personas diarias durante 20 minutos y, más tarde, a clausurarla en 2002 y que solo pueda ser visitada por los científicos que se encargan de su estudio y conservación.

Recientemente se ha abierto el debate y hay voces que claman por hacer compatible su preservación con el acceso público, aunque necesariamente restringido a un bien cultural común y patrimonio de todos. En todo caso, la decisión no se tomará antes de 2009, cuando concluya el estudio que llevan a cabo los especialistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Desde el año 2001, junto a la cueva se levanta el Museo nacional y centro de investigación de Altamira, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Destaca en su interior la llamada Neocueva de Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original y muy similar a como se conocía hace 15.000 años. La Neocueva de Altamira brinda al visitante la posibilidad de conocer la belleza de su arte rupestre y el hábitat de sus pobladores. Es una reproducción rigurosa y exacta de la cueva y de sus pinturas, basada en el conocimiento científico y realizada con la más moderna tecnología. En las salas del museo se ofrece una amplia exposición atractiva y sugerente sobre la vida cotidiana y el arte durante el Paleolítco Superior, la época de Altamira. Cada año la visitan 250.000 personas. (Info: tel.: 942 818 005 y http://museodealtamira.mcu.es/).

Otras cuevas prehistóricas

La peculiar orografía de Cantabria, repleta de cavernas, próxima al mar, con abundante caza y con un clima relativamente agradable en aquellos tiempos propició el asentamiento hace miles de años de hombres primitivos que expresaron su arte representado figuras de animales y hombres con una técnica y coloridos extraordinarios. Hoy en día podemos disfrutar de este arte, en magnífico estado, lo que le ha valido el reconocimiento internacional a Cantabria.

Las cuevas cántabras que ahora han sido catalogadas como Patrimonio de la Humanidad son la de Chufín, Hornos de la Peña, Las Monedas, El Castillo, Las Chimeneas, La Pasiega, El Pendo, Covalanas y La Garma. A ellas se unen Peña de Candamo, Tito Bustillo, Covaciella, Llonín y El Pindal, en Asturias y Santimamiñe, Altxerri y Ekain, en el País Vasco.

En un paraje singular del Valle del Nansa, en un acantilado del embalse de la Palombera, se abre la cueva de Chufín. La cavidad tiene una boca amplia y un vestíbulo espacioso que da paso a una galería ancha y baja. En el fondo de la cueva hay una sala amplia donde se forma un curioso lago interior. El arte de Chufín se puede dividir en dos grandes conjuntos: las representaciones del vestíbulo y las del interior de la cueva. En el vestíbulo, aparecen paneles con grabados de trazo profundo. En el más interesante de los paneles aparecen grabados que representan un bisonte y varias ciervas. Además hay peces, signos, etc. En la sala interior, las figuras se distribuyen por ambas paredes y hay tanto pinturas como grabados. En la pared derecha hay un "macarrón" abstracto, el grabado de una zancuda y un gran panel de pinturas rojas, con un uro y un caballo, puntuaciones y signos complejos. En la pared izquierda hay un antropomorfo grabado en trazo grueso, entre otras figuras de caballos, cérvidos.

En la localidad de San Felices de Buelna se encuentra la cueva de Horno de la Peña. Las primeras figuras que se encuentran durante la visita es un caballo, pocos son los vestigios que se conservan en esta parte de la cueva ya que debido a la insolación y las condiciones climáticas éstos han ido desapareciendo a lo largo de los años. Sin embargo, en el interior de la cueva, se encuentran varios motivos artísticos que conforman uno de los conjuntos de grabados más completos de la región. Una de las figuras más destacadas de la cueva de Hornos de la Peña es un antropomorfo con un brazo levantado y larga cola. Asimismo, acompaña a esta figura un auténtico bestiario prehistórico conformado por figuras de tamaño grande y concepción naturalista que representan caballos, bisontes, uros, cabras, ciervos e, incluso, lo que podría ser un reno.

El conjunto de cuevas de Monte Castillo, junto a Puente Viesgo, constituye uno de los referentes más significativos de la riqueza arqueológica de Cantabria y es, junto a Altamira, uno de los yacimientos prehistóricos más conocidos a nivel mundial, dada su importancia científica y artística. Además de la Cueva El Castillo, el conjunto arqueológico cuenta con otras tres cavidades de gran valor que también han sido declaradas como Patrimonio de la Humanidad en esta convocatoria. Éstas son las cuevas de Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas.

El interior de la cueva de El Castillo contiene uno de los conjuntos más singulares e importantes de la Prehistoria de Europa. Sus más de 275 figuras, todas ellas correspondientes a los albores de la presencia del homo sapiens en Europa, representan un paseo subterráneo por los orígenes del pensamiento simbólico, la mente abstracta y la expresión artística. Caballos, bisontes, ciervas, uros, ciervos, cabras, un mamut, etc, forman el elenco figurativo animal, un bestiario variado que representa una parte de los animales que cohabitaron con el hombre. Las referencias a la figura humana son numerosas pero abreviadas, expresadas mediante la mano, un motivo especial en esta cueva debido a su elevado número, más de 50 (info: tel.: 942 59 84 25).

La cueva de la Pasiega, situada a escasa distancia, contiene una importante acumulación de animales pintados y signos, realizados en varias técnicas y estilos. Las Chimeneas, perteneciente al mismo grupo, contiene pinturas en negro y grabados en arcilla y muchas de ellas representan animales con un estilo muy expresivo. Las Monedas, la cuarta cueva situada en el monte Castillo, es la más espectacular por las formaciones geológicas y el colorido natural de sus cascadas estalactíticas. Sus pinturas, realizadas en negro y con pocas indicaciones de volumen, son más monótonas y concentradas que las del resto de las cuevas. Hay representados caballos, renos, cabras, bisontes, ciervos y uno oso incompleto.

La Cueva de El Pendo (Escobedo de Camargo) fue descubierta en 1878 (un año antes que Altamira) por Marcelino Sanz de Sautuola y desde entonces hasta nuestros días esta cavidad ha sido fuente constante de información y una joya única para investigadores y estudiosos. El Pendo es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la región. Cuenta con una especial formación geológica y registros humanos de hace más de 80.000 años. En 1997 fue descubierto el "friso de las pinturas", un gran panel de 25 metros de longitud, con 16 representaciones de animales, además de algunos signos, a los que se atribuye una antigüedad de alrededor de 20.000 años atrás.

El monte de La Garma en la localidad de Omoño, en Ribamontán al Monte, guarda en su interior uno de los conjuntos prehistóricos más importantes del Paleolítico. Se trata de uno de los yacimientos más complejos y más curiosos de Cantabria ya que en su interior se han hallado, incluso, varias inhumaciones de la época medieval, así como grabados y pinturas del magdaleniense. Este patrimonio, dada su complejidad y el gran número de yacimientos que se han encontrado, se encuentra en proceso de catalogación y documentación.

La cueva de Las Covalanas está localizada a escasos kilómetros de Ramales de la Victoria. En una zona profunda encontramos una galería en la que se localiza el conjunto de representaciones más numeroso de la cueva, con 22 figuras de las cuales 18 son ciervas, animal característico de las cuevas decoradas de Cantabria, un caballo, un reno (animal escasamente representado en la región cántabra), un uro y un animal difícil de identificar. Dispersos por toda la cueva existen trazos negros y en la zona terminal se ven algunos restos de pintura roja indescifrables (info: tel.: 942 59 84 25, www.culturadecantabria.com, reservascuevas@culturadecantabria.es)

Una maravilla geológica

Como se ve, muchas de estas cuevas cántabras, abiertas gracias a la acción insistente de las aguas subterráneas sobre la roca caliza, fueron hogar y santuario de las personas que poblaban las montañas del Cantábrico hace miles de años. Pero también muchas de estas cuevas permanecieron durante milenios ocultas a los ojos de los hombres, pero no a la acción de la naturaleza.

Buen ejemplo de ello son los más de 30 kilómetros de galerías que componen la Cueva del Soplao que, si bien fueron utilizados en tiempos recientes por los hombres para extraer su mineral, constituyendo también un excepcional patrimonio de arqueología minera, destacan sobre todo por su peculiar interés geológico. Las sensacionales formaciones que la cavidad alberga en su interior dan lugar a todo un juego de claroscuros, sensaciones, colores y formas que desafían las leyes de la lógica.

En El Soplao hay cientos de estalactitas y estalagmitas, columnas y banderas de piedra, pero destacan especialmente los elementos con formas excéntricas o helictítas, que crecen componiendo todo tipo de círculos, espirales, tirabuzones, etc. incluso sin tener en cuenta la gravedad. La calidad, blancura y sobre todo la abundancia de sus formaciones en aragonito y calcita la convierten en una cavidad única que tendrá que ser igualmente declara Patrimonio de la Humanidad más pronto que tarde.

El Soplao es una cueva única e irrepetible, una referencia para la espeleología mundial, de la misma manera que Altamira lo es para el arte prehistórico. Su interior constituye una maravilla geológica y espeleológica a nivel internacional. Adentrarse en este universo interior no fue tarea fácil y, precisamente por ello, sus encantos han permanecido ocultos en el tiempo para la mayoría.

La cueva El Soplao tiene verdadera significación universal, pues al alto valor medioambiental que posee hay que añadirle sobre todo su altísimo valor estético, representado por la abundante y compleja diversidad de formaciones excéntricas que atesora, sin parangón en el mundo subterráneo. Dentro de este apartado hay que destacar el "falso suelo", una zona considerada por todos los espeleólogos como la "Capilla Sixtina" del mundo subterráneo, por su grandiosidad, disposición y conservación.

Junto a las excéntricas conviven en perfecta armonía, un particular universo de formaciones verticales (estalactitas y estalagmitas) y coladas de múltiples colores. Son también destacables las pisolitas, más conocidas como perlas de las cavernas. Estas curiosas formaciones deben su nombre a su similitud con las perlas de las ostras. Están producidas por el depósito de finas capas de calcita alrededor de un núcleo constituido por cualquier materia (partícula de cuarzo, calcita, bolita de arcilla o incluso hueso). Por lo general son esféricas, lisas y con apariencia de porcelana, tan perfectas como la de las ostras. En la cavidad se presentan como "mantos" cubriendo una superficie de varios metros, o a modo de nidos, pero nunca aisladas.

El recorrido turístico de la cueva, o "de pasarela" es de unos 1.200 metros, puede hacerse incluso de silla de ruedas y hasta la cueva se accede en una réplica de tren minero. Hay otro tramo abierto al público con el nombre de Turismo-aventura en el que los visitantes podrán recorrer hasta 3 kilómetros dentro de la cueva, cuya longitud total es de 14 kilómetros. La visita requiere una indumentaria especial, caso con luz y botas de agua (info: tel.: 902 82 02 82 y www.elsoplao.es).