"Despensa de agua dulce". Esta es la imagen que Extremadura pretende transmitir en la Exposición Internacional de Zaragoza, según anunció la vicepresidenta de la Junta, Dolores Pallero, a principios de mes. Para ello, el Gobierno regional se basa sobre todo en las reservas que almacenan los 40 embalses con que cuenta la comunidad, que la convierten también en la que suma más kilómetros de costa de agua dulce. Pero probablemente como consecuencia de ese elevado potencial a nivel superficial, los acuíferos subterráneos extremeños tienden a quedarse en un segundo plano. Tanto es así que de acuerdo con los datos de las Confederaciones Hidrográficas del Tajo y Guadiana, siete de los nueve principales acuíferos de la región presentan contaminación en nitratos y amonio, dos de los indicadores más usados para medir el grado de contaminación de las aguas.

Los datos más preocupantes corresponden a la cuenca del Guadiana, donde, además, 151 municipios se abastecen de aguas subterráneas, bien sea de forma exclusiva o combinada con recursos superficiales. En esta cuenca hidrológica están los acuíferos de Vegas Altas, Vegas Bajas, Tierra de Barros y Zafra-Olivenza. La peor situación es la de los dos primeros, ubicados en áreas de regadío que provocan, según la Confederación: "contaminación creciente por sustancias relacionadas con las actividades agrícolas, principalmente nitratos, cuyos valores superiores a 50 miligramos por litro no permiten su uso en abastecimiento público".

También las otras dos unidades hidrogeológicas (como también se denominan estos recursos subterráneos) del Guadiana están afectadas por el mismo tipo de degradación, aunque en menor medida. Así, por ejemplo, la confederación especifica que en la de Tierra de Barros las zonas contaminadas son "menos continuas y extensas en comparación a Las Vegas, aunque con tendencia al aumento debido principalmente a la agricultura". Finalmente, indica que el área de Zafra-Olivenza está formada por materiales calcáreos que dan lugar a "pequeños manantiales" distribuidos por las comarcas del suroeste de Badajoz, cuyas aguas "se extraen mediante pozos y sondeos y presentan riesgos de afección puntual por contaminación de nitratos y por sustancias derivadas de las actividades ganaderas intensivas e industriales", informa El Periódico Extremadura.

 

POCA DEPENDENCIA Pese a la preocupación que despiertan estos datos y a diferencia de otras comunidades (sobre todo, Castilla y León), en Extremadura apenas se han registrado problemas de suministro –aparte de algún caso aislado, como el de Alvarado– por esta cuestión. Por un lado, hay que tener en cuenta los sistemas de depuración de aguas, cada vez más extendidos, y, por otro, la escasa dependencia de la región de las aguas subterráneas, debido a la abundancia de recursos superficiales existentes en los embalses. Así lo considera el hidrogeólogo extremeño Juan Gil Montes, que apunta que la red de regadíos con aguas superficiales ha evitado también, de momento, los problemas de sobreexplotación de los acuíferos que se dan en otras zonas, como Castilla-La Mancha.

En cuanto a ese riesgo, la Confederación Hidrográfica del Guadiana señala que pese a que no han detectado problemas generalizados, los recientes estudios sobre esta cuestión recomiendan: "reforzar el control de las extracciones y los procedimientos de concesión de aguas subterráneas". En el caso de la cuenca del Tajo, en cambio, no cabría esperar este tipo de problemas, de acuerdo con la información que facilita su confederación hidrográfica, que asegura que son muy pocos los pueblos que se abastecen desde acuíferos, "prácticamente ninguno". Sin embargo, según ha podido saber este diario hay al menos de una decena de poblaciones de la cuenca del Alagón (afluente del Tajo) que se suministran exclusivamente de aguas subterráneas, como Holguera, Ríolobos, Carcaboso o Morcillo.

La información que sí está disponible en la web de este organismo es la de la Red de Control de Calidad de Aguas Subterráneas, que permite acceder a los últimos análisis realizados en los acuíferos de la cuenca del Tajo. Según los mismos, se han detectado niveles de nitratos y amonio superiores a los aconsejados por la Organización Mundial de la Salud y la Comunidad Europea para el consumo humano en tres de los cinco acuíferos principales del tramo extremeño de esta cuenca.

Los afectados son los de Moraleja (amonio) y Galisteo y Tiétar (nitratos), mientras que los de Zarza de Granadilla y Talaván son los dos únicos en la región con una buena calidad del agua, en base a los datos consultados. No obstante, a nivel general, Greenpeace denunció ya en el 2005 que el 80% de los acuíferos de esta cuenca estaban contaminados por nitratos.