La Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente prepara las medidas de adaptación y mitigación con las que Extremadura hará frente al cambio climático, en aras a minimizar los efectos adversos derivados de este fenómeno.

En dichas medidas se tendrán en cuenta tanto las particularidades de nuestro territorio, como las características sociales y económicas de la región, y serán recogidas en un documento que conformará la "Estrategia Base de Acción por el Clima en Extremadura" para los próximos años.

La Directora de Evaluación y Calidad Ambiental, María Pérez, ha señalado en la Comisión de Industria de la Asamblea de Extremadura, que para conjugar el necesario crecimiento económico de la región con la reducción de emisiones y garantizar el desarrollo sostenible, se necesitará la implicación de toda la sociedad pues "se plantea un modo de desarrollo a medio plazo para Extremadura que deberá hacer compatible la economía de la naturaleza con el bienestar de las personas y el crecimiento económico.

Y el éxito de la misma radica en su planteamiento de inicio, que se centra en medidas orientadas hacia la mitigación y la adaptación, lo que supone una planificación de actividades en las que sólo se contemple la aplicación irrenunciable de las mejores técnicas disponibles en todos los procesos fabriles, de transporte y uso doméstico para reducir al máximo posibles emisiones de gases con efecto invernadero".

Estas medidas reductoras incidirán en los sectores que en Extremadura tienen mayor implicación en cuanto a emisiones se refiere, tales como la ganadería, el transporte, energético, construcción, la gestión de los residuos… Pero también se implicará a dos sectores que no contaminan pero que pueden ser claves para buscar soluciones: la educación y la investigación.

No obstante, la Directora General de Evaluación y Calidad Ambiental ha manifestado a la Comisión de Industria que "Extremadura necesita aumentar su industria en la misma medida en que lo han hecho otras comunidades y no se le debe pedir el mismo esfuerzo en reducción de emisiones que a aquellas que, ya desarrolladas económicamente, contaminan por encima de niveles admisibles. Nuestra comunidad ha sido y es en la actualidad garante de calidad ambiental de nuestro estado y desea seguir siéndolo, sin por ello comprometer su futuro económico y social".

La Estrategia Base de Acción por el Clima de Extremadura, según ha indicado María Pérez, se apoyará en tres pilares fundamentales de la realidad extremeña: social, económica y ambiental. En este sentido, se parte de un profundo análisis de la población de nuestra comunidad, caracterizado por un bajo censo poblacional muy disperso a lo largo de la geografía regional. Esta particularidad obliga por un lado a la agrupación de la población en núcleos de medio tamaño donde se obtienen servicios, y por otro lado al uso frecuente de los diversos medios de transporte.

En el marco económico, basado mayoritariamente en un entramado agrícola y ganadero, se ha tenido en cuenta la influencia de la escasa industria extremeña, que a medio plazo ha de incrementar su presencia en nuestra comunidad. Y, por último, en el estudio preliminar de la estrategia computa de manera importante la gran riqueza ambiental que posee Extremadura, favorecida por las diversas formas de protección de que disponemos.

"Esta riqueza ecológica se presenta como un elemento imprescindible en la lucha contra el cambio climático – señala Pérez -y que ha de ser empleada como pieza de toque en el análisis de balances ecológicos ya que a día de hoy permite que seamos una de las pocas comunidades autónomas que no sólo cumple con los compromisos de Kyoto, sino que presenta balance positivo en la cuenta de emisiones".

En cuanto a los objetivos generales que contempla la Estrategia Extremeña, la Directora General de Evaluación y Calidad Ambiental ha destacado la contribución al mantenimiento del compromiso de Kyoto asumido por España; mejorar nuestra economía y garantizar el suministro energético en la región.

Y de modo concreto: Reducción de la demanda de bienes y servicios intensivos en emisiones; mayor eficiencia, que reportará ahorros económicos y reducción de emisiones; medidas no energéticas, como el control de la deforestación; uso de tecnologías bajas en emisiones para alumbrado, calefacción y transporte, entre otros.