Los Reyes, junto con el jefe del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, autoridades civiles y la cúpula militar, rindieron hoy un homenaje de despedida a los soldados Germán Pérez y Stanley Mera, muertos el lunes en un ataque contra las tropas españolas en Afganistán, en un funeral de Estado marcado por la sobriedad.

La ceremonia se celebró en la sede de la Brigada Paracaidista (BRIPAC), en Paracuellos del Jarama (Madrid), unidad a la que pertenecían los dos fallecidos, cuyos restos mortales fueron entregados a sus familias para ser enterrados en las próximas horas en Sevilla -Germán Pérez- y en Alcalá de Henares -Stanley Mera. Sobre sus ataúdes, cubiertos con la bandera de España, el Rey impuso, a título póstumo, la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, concedida a los militares muertos.

El acto comenzó con la llegada, pasadas las 11:30 horas, de don Juan Carlos y doña Sofía al acuartelamiento, momento en el que se acercaron a los familiares de los fallecidos para ofrecerles consuelo. Algo más de una hora duró el funeral, oficiado por el arzobispo general castrense, Francisco Pérez González, quien afirmó que la muerte "miserable y violenta" de los dos soldados "nos deja sin palabras". Sin embargo indicó que "los militares saben a lo que se exponen" en el cumplimiento de su profesión y "cuando llega la muerte la viven como un acontecimiento más".

Los familiares de las víctimas siguieron el funeral con gran entereza y sólo en dos momentos concretos rompieron a llorar: en el homenaje a los caídos y al recibir la boina de paracaidista y las condecoraciones, de manos del jefe de la BRIPAC. La ceremonia, que transcurrió con el protocolo militar, arrancó con los acordes de la marcha fúnebre, mientras ocho compañeros legionarios paracaidistas llevaban los féretros a hombros y los depositaban en sus armones.

Una compañía de honores de legionarios paracaidistas con bandera, banda y música se encargó de hacer los honores durante el acto, que también contó con un homenaje a los que dieron su vida por España, que se desarrolló bajo la canción "La muerte no es el final". Este constituyó uno de los momentos más intensos y emotivos para los familiares, que visiblemente emocionados observaban la colocación de una corona de flores ante los féretros.